La piel es un órgano hormonodependiente, y como tal, su apariencia y textura tiene directa relación con la cantidad de hormonas que secreta el organismo. Se sabe, por ejemplo, que a los veinte años aumentan la grasitud del rostro, y que a medida que los estrógenos disminuyen se acelera el proceso de envejecimiento.
Y en este sentido, los cambios hormonales son decisivos. Se estima que la disminución de estrógenos incide en el grosor, hidratación y pigmentación de la piel, así como en la cantidad de grasa que ésta posee.
20 años aumento de la produccion de la grasa
No se debe olvidar que en la mayoría de los casos la piel no es homogénea en todo el rostro, de ahí que se hable de cutis mixtos. En ese caso la recomendación es utilizar un producto desengrasante en la zona más grasa (frente, nariz y mentón), y un limpiador más suave en las mejillas, que suelen ser más delicadas y de otra forma podrían irritarse.
30 años, adelgazamiento de la piel
A esta edad empiezan a visualizarse los primeros signos de envejecimiento cutáneo. Es entonces cuando, por acción hormonal y por el natural paso del tiempo la piel comienza a perder grosor y turgencia. Además, el ritmo de la renovación celular empieza a hacerse algo más lento, lo que hace que las células deterioradas queden en la superficie por más tiempo. En esta etapa también se ven los efectos de la baja hormonal propia del período de posparto.
Se requiere de una buena hidratación, preocuparse de limpiar la piel, sobre todo si se utiliza maquillaje, y usar filtros de protección solar. Es hora de empezar con cremas que contengan antioxidantes como la vitamina C o dosis moderadas de retinol. También se recomiendan las que potencian la renovación celular.
40 años o más, mayor sequedad
En la medida en que los estrógenos decaen, todos los tipos de piel se vuelven más secos. Por un lado, nos vamos haciendo menos eficientes para retener el agua, y por otro, el film hidrolipídico que recubre la piel se va deteriorando por la falta de lípidos. Si a eso se suman las agresiones externas, como los rayos UV, el daño se agrava aún más. La piel también pierde elasticidad, ya que empeora la síntesis de fibras de colágeno y elastina. No importa qué tan cuidadosa sea una mujer con su piel a esta edad, la piel pierde firmeza. La notoria baja de los estrógenos se traduce en una piel seca y flácida, no sólo en la cara, sino también en otras partes del cuerpo. El recambio celular que empezó a perder ritmo a los 30 años, a esta edad demora el doble del tiempo. Se estima que el déficit hormonal provoca una pérdida del 25 por ciento de los lípidos de superficie, del 25 por ciento del agua y del 30 por ciento de las fibras de sostén.
Se estima que la disminución de estrógenos incide en el grosor, hidratación y pigmentación de la piel, así como en la cantidad de grasa que ésta posee.